A continuación, les relataré una serie de experiencias que vivió un amigo del trabajo, una ocasión en qué, de noche, mientras íbamos caminando y platicando acerca de los relatos de este blog; él recordó lo que vivió durante el tiempo que fue novio de una chica bastante peculiar.
Sombras en la ventana
No, a mi casi nunca me ha pasado nada, y fíjate que yo no creía en esas cosas, hasta que una vez fui a casa de mi novia, me habló porque tenía casa sola y quería que la acompañara a dormir.
En ese momento nos reímos e hicimos unas cuantas bromas al respecto. Unos segundos después continuó con su historia.
Bueno, estuvimos en su recamara y en eso ella oyó que tocaban a la puerta, así que salió y yo me quedé solo en la habitación. La vivienda está muy pegada a la de sus vecinos y las divide sólo un pasillo; su alcoba está en el segundo piso, y, bueno, en ese entonces yo no conocía toda su casa, creía que el alero de la primera planta formaba un pasillo por donde podían entrar y salir sus vecinos. El caso es que mientras estaba yo en la cama acostado, vi la sombra de una mujer, como una anciana, pasar por la ventana, la sombra se quedó quieta como si la señora quisiera asomarse para ver quién se hallaba acostado en la cama, así que discretamente me moví para que no me viera, y ahí estuvo unos instantes, inmóvil, hasta que oí los pasos de mi novia regresando, en ese momento la sombra se movió y siguió su camino.
Yo no le tomé importancia ni le conté nada, hasta que, unos meses después, estando en el patio de su casa en una fiesta, yo me asomé y vi que no había modo de acceder a ese alero, es decir, no había ninguna escalera ni nada que llevara ahí para que pudiera ser usado como pasillo. Mi novia se acercó a preguntarme que tenía, así que le conté, “oye, recuerdas que hace unos meses vine y bajaste, ah pues pasó esto, esto y lo otro”, y ella se sacó de onda y me dijo, no puede ser, ahí no hay modo de acceder. Unos días después me dijo, “oye, te acuerdas de lo que me contaste, pues al parecer hace tiempo una señora falleció en esa casa, a lo mejor fue lo que viste”.
Seguimos caminando y entonces recordó otra historia.
Al final del pasillo
“Ya me acordé de otra historia” comenzó.
Cuando mi novia y yo estábamos juntos en la prepa, aquí en Xalapa, dicen que ahí espantan, bueno, en el ultimo año debemos cubrir un servicio social de acuerdo al área propedéutica donde estemos, pues, como ella estaba en ciencias de la salud, fue a cubrirla a la Cruz Roja que está en el centro, en la calle de Clavijero; yo la iba a ayudar, y en ocasiones nos quedábamos en la noche, ella cubriendo turno y yo haciéndole compañía. Bueno, una noche de esas estábamos ahí y le pidieron que hiciera unas cosas en la entrada, yo me levanté para ir con ella, cuando una enfermera que estaba ahí se acercó a decirme, “oye muchacho, puedes hacerme un favor, ya que andas siempre aquí, ¿puedes ir por materiales a la bodega del último piso?”, yo le respondí que sí, que con gusto, pero si sentí un poco de miedo, ya ves que ahí en la cruz roja espantan.
Yo me volví para verlo, extrañado, “¿en la Cruz Roja?”, le pregunté. Simón, ahí dicen que se aparecen cosas. Bueno, el caso es que ella antes de salir se acercó a decirme que no tuviera miedo, que si quería que la esperara ahí y que ella me acompañaba, pero le dije que no, que no hacía falta; agarré valor y comencé a subir hasta el último piso. Cuando llegué ahí el pasillo estaba completamente a oscuras, entonces comencé a caminar, tratando de no voltear a ver en las salas hasta llegar a donde estaba la bodega, que era donde estaba el único foco iluminado. Cuando llegué a la bodega escuché un golpe al otro lado del pasillo, me asomé a ver que era, pero no vi nada, sólo vi una sombra que pasó, pensé que era un doctor que subió y no le tomé importancia, creo que estando ahí le perdí el miedo.
Al regresar a la planta baja le entregué las cosas a la enfermera y me preguntó, “¿no te pasó nada, no te espantaron o algo?” Le dije que no, que allá arriba había unos doctores, ella, como no queriendo la cosa, me sonrió y se fue con las cosas. Mi novia, en cambio, se acercó y me agarró del brazo para decirme, “no te vayas a espantar, pero no había nadie mas allá arriba, los únicos dos doctores que están de guardia estaban en la entrada conmigo, igual los paramédicos, estábamos todos ahí”. Yo sólo alcancé a reírme, pero, créeme, estaba que me moría del susto.
Desde pequeña
No, si esta chava, ya no es mi novia, terminamos hace como medio año por unas cosillas, le pasan cosas bien raras, desde que nos conocimos me contaba lo que le pasaba, las cosas que veía, la primera vez me dijo, directamente, “sabes qué, me gustas, pero tengo que contarte, precisamente porque me gustas, desde que era una niña veo y oigo cosas”.
Ves que te decía de la prepa donde íbamos, bueno, decía que a veces veía sombras salir de donde se guardaban los instrumentos de la banda, nosotros tocábamos en la banda de guerra de la escuela, y siempre que la mandaban a ella por algún material yo la acompañaba porque le daba miedo ir sola, dice que veía la sombra de un hombre ahí dentro y la aterraba. Luego estábamos tocando en la cancha de la escuela y de repente me decía, entre emocionada y asustada, “mira, mira, allá hay alguien, ¿lo ves?” Y pues, por mas que me esforzaba, yo no veía nada.
“¿Emocionada, dices?” Me aventuré yo a preguntar,” ¿por qué le emocionaba?” Él me respondió, no sé, supongo que le emocionaba poder compartir eso con alguien que no se asustara ni la juzgara de las cosas que podía ver o escuchar. Cuando íbamos en la calle me decía, “mira, ahí hay alguien”, o,” escuchas eso, están diciendo tal cosa”. Yo me esforzaba por prestar atención a lo que oía y veía, pero por más, no podía, aún así ella siempre me veía emocionada porque podía compartirlo conmigo.
Me acuerdo de que siempre me dice que la peor fecha para ella es a finales de octubre y principios de noviembre, pues, como es la época de todos santos, ella ve mas cosas de la cuenta, lo malo es que luego se le pegan los espíritus y, pues, no todos son buenos. Ella es muy, muy susceptible, los espíritus a veces le susurran cosas al oído, le dicen que haga cosas, entonces siempre la estaba cuidando por miedo a que se hiciera daño por lo mismo. En esas fechas ella siempre está triste o de malas, como si eso influya en su estado de ánimo. Por esa misma razón en su casa no ponen altares en día de muertos, por miedo a que lleguen espíritus no deseados a su altar y se le vayan a pegar. Apenas este año es que se animó a poner un altar pequeño para su papá.
Fíjate que desde que comencé a andar con ella a mi me comenzaron a pasar cosas también, es decir, yo al principio no veía ni oía, y mucho menos creía en eso, pero desde que comenzamos la relación, no sé bien por qué, pero ya ves lo de su casa con la sombra de la anciana en la ventana y lo que me pasó en la Cruz Roja, y así me empezaron a pasar cosas, luego veía sombras que se movían por mi casa o en la escuela, o soñaba cosas bien raras, no me acuerdo bien qué, pero eran pesadillas rarísimas.
Perote
A mi me gusta mucho hacer viajes a Perote con mis amigos, ir a explorar, nos gusta mucho visitar el La Fortaleza de San Carlos y La Normal, y antes yo iba mucho, llevaba a mis amigos y les daba recorridos por toda la fortaleza. Una vez la llevé para que conociera y no, fue pesadísimo, ella estaba a las volteadas para todos lados, me decía, “mira ahí, mira allá, ahí hay algo que nos está siguiendo, mira, allá hay esto, allá está esto otro”. La neta fue súper pesado, ya no subimos al segundo piso por lo mismo, aparte, ella se empezó a sentir mal.
Normalmente me gusta sacar fotos de los lugares que visito, esa vez que fui con ella, apenas iba a sacar la cámara para sacarle fotos a ella en la fortaleza y me dijo, “no, guárdala, a “él” no le gusta que lo fotografíen”, como dándome a entender que había alguien ahí con nosotros, así que la guardé y ya no insistí en el asunto.
Otra de las razones por las que no subimos es porque, ella, como es más bajita de estatura que yo, luego se me pierde, si le suelto tantito la mano se me pierde entre la multitud. El problema es que ese día no había casi gente, de un momento a otro me distraje y se soltó de mi mano; enseguida comencé a buscarla, pero no estaba por ningún lado, y en la habitación donde estábamos no la encontraba por ningún lado. Al final apareció tres celdas mas adelante. Llegué corriendo con ella y estaba como en un trance, como ida, sabes. La sacudí por los hombros y fue como reaccionó, me dijo que algo la llamó y ella empezó a caminar y se perdió. En ese momento decidí que se terminaba el paseo y la saqué de ahí.
Unos meses después yo regresé con otro amigo para darle un tour por el mismo edificio, y de paso fuimos a La Normal Abandonada. llegamos temprano, pasamos rápido a la fortaleza y después subimos hasta la normal, para cuando llegamos aún no había nadie, fuimos los primeros. Estuvimos un rato explorando la planta baja, después subimos al primer piso, fue cuando empezaron a llegar otras personas. Se nos fue pasando el tiempo mientras ascendíamos, oyendo a los demás caminando en los pisos inferiores mientras explorábamos, pero nos sacó mucho de onda que, al llegar al piso más alto, comenzamos a oír ruidos de pasos en el techo, hasta dijimos, “ah caray, ¿nos rebasaron los demás o qué onda?”. Buscamos como acceder al techo y, cuando subimos a ver quien andaba ahí, descubrimos que no había nadie, en ese momento decidimos bajar, casi corriendo, para retirarnos de ahí.
Cuando llegué a Xalapa, ella me empezó a ver raro, me decía, “es que no eres tú, es como si fueras otra persona”. Conforme pasaron los días yo me fui sintiendo mal, me dolía mucho la espalda y la cabeza, hasta que llegó a un punto en que era insoportable, entonces ella me sugirió ir con una rezandera para que me tallara la espalda y que me quitara eso que traía. Cuando fuimos, la señora nos hizo pasar a un cuarto donde me empezó a tallar, y mientras lo hacía gritaba unos nombres, han de haber sido como diez o quince nombres, y conforme los gritaba, yo me iba relajando hasta que ya no sentía malestar alguno. Cuando salimos le pregunté a mi novia qué eran esos nombres que gritaba la señora, y me dijo, ya un poco calmada, “eran los nombres de los espíritus que traías pegado”; yo me le quedé viendo con los ojos muy abiertos, entonces continuó, “mira, lo que pasa es que, aunque tú no puedes ver o sentirlos, irradias mucha luz, entonces, cuando llegas a lugares donde hay muchos espíritus y energías que no han podido trascender, buscan cualquier fuente de luz y se aferran a ella para tomar esa luz, como si te la robaran, por eso es que no debes ir a lugares así, porque ellos buscan chuparte toda la luz, y entre ellos, a veces, se pegan otras cosas más oscuras y te pueden llegar a herir”.
Creo que es por eso por lo que, desde esa vez dejé de ir a hacer excursiones a lugares abandonados, si me dejó marcado lo de los vampiros energéticos, o, tal vez, fueron esos seres de oscuridad a lo que le saco, qué se yo
Y la conversación siguió y siguió otro rato, pero lo guardaré para una segunda parte.
Redirek
コメント