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Foto del escritorGeneral Rage

El ente y yo - Parte 1


Una historia contada por el seguidor DeVill desde la cuenta de Twitter.


El acoso de un ente sobrenatural puede llevar a las personas, desafortunadas por ser su blanco, a vivir un verdadero infierno en vida, miedo, locura e impotencia se hacen presentes y a veces no es sencillo poder escapar de esta situación.




"esas fueron las experiencias más feas que recuerdo, ir en el transporte, como dije antes, ya sea en el autobús o en el avión con los ojos abiertos sintiendo esa opresión sobre mí, viendo a los demás pasajeros, unos durmiendo, otros en sus pláticas y yo con la quijada trabada"

Vivo en uno de los barrios más antiguos de Iztapalapa, la casa es algo antigua, y mi familia desde hace muchas generaciones ha estado directa o indirectamente relacionada con cosas paranormales.


Mi mamá y sus hermanas eran visitadas a menudo por las noches por algo que ellas llamaban chaneques, que les obsequiaban figurillas de barro, a cambio de chucherías. A cierta hora de la noche se escuchaban murmullos perdidos en la gran casa de la abuela, risillas y voces ahogadas en la oscuridad, sin faltar esas sombras tenebrosas que deambulaban sin rumbo fijo en la vivienda. A pesar de aquello mi mamá y sus hermanas crecieron conviviendo con aquellos seres.


Soy el único nieto que, por detalles familiares se crio en la casa de la abuela y no sé si por eso fui más susceptible a esos fenómenos, como sentir las miradas penetrantes de algo entre las sombras, los roces de algo frío sobre mi piel y en algunos casos ver cómo de la nada mi piel se erizaba al sentir una respiración en mi nuca.


De contarlo mi piel se eriza y vuelven esos raros escalofríos.


Desde muy pequeño tuve esas sensaciones, que con el paso del tiempo se volvieron normales de tan cotidianas. Desde los 9 años según recuerdo, comencé a tener esos raros encuentros con el famoso muerto sobre mí, mientras dormía. Es esa sensación de estar consciente de todo lo que ocurre a tu alrededor y no poder hacer nada, ni saber cuánto durará, siempre rodeado del temor e impotencia por estar a merced de algo que no se entiende ni se puede controlar.


Llegué al punto de que varias veces por semana tenía que confrontar la situación de "que el muerto de me subiera". Al principio era algo aterrador, estar consciente de lo que te está pasando y a la vez estar totalmente a la merced de esa entidad, gritar sin que te escuchen, forcejear sin obtener respuesta, agotarme sin resultado por luchar con algo que por más que intentas no entiendes ni conoces; sentir miedo, soledad y que tal vez estés a punto de no contarla.


Las primeras veces ni los ojos abría por temor a lo que podría descubrir, según yo recuerdo, así pasaron los años y sin excepción, a donde quiera que me moviera o estuviera, esas situaciones siempre se presentaban; llegó a ser tan recurrente que tocó un punto donde todo parecía tan normal o común en mi vida, que incluso, y debido a que, por mis estudios y trabajo viajaba mucho a provincia y ni en los autobuses o aviones me libraba de esa situación. Llegué a sospechar que ese ente me seguía a todos lados, puesto que, hasta sobrevolando los cielos me sucedía esto.


Creo esas fueron las experiencias más feas que recuerdo, ir en el transporte, como dije antes, ya sea en el autobús o en el avión con los ojos abiertos sintiendo esa opresión sobre mí, viendo a los demás pasajeros, unos durmiendo, otros en sus pláticas y yo con la quijada trabada y las piernas acalambradas por intentar gritar y moverme sin conseguirlo.


Las cosas cambiaron cuando en una de las comunidades que visitaba en Veracruz, un hombre ya mayor me dijo que tenía que confrontar esa situación. Cierta noche de invierno, no sé si por estar fastidiado de ello o por seguir el consejo de aquel hombre, con una gran luna llena de testigo; decidí confrontar a mí ente en el momento oportuno.


Continuará…


General Rage

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