La segunda parte de las anécdotas paranormales de General Rage.
En mi mente se formó la oración “ya comenzó” y en ese preciso instante escuché un grito horrible desde arriba, el grito de mi hermana
Suele pasar que cuando vives sucesos paranormales en una casa piensas que al mudarte de ahí, aquello que haya estado atormentándote se quedará atrás, muchas ocasiones así ocurre, sin embargo, una vez que haces contacto es difícil que las entidades te dejen en paz.
Habían pasado un par de meses desde que mi mamá se fue de la casa de mi padre. Mi hermana y yo fuimos con ella a vivir con mi padrastro, quien había adquirido una propiedad cerca de la Villa, en la Ciudad de México. El lugar en cuestión era un terreno muy grande en el que construyeron varios departamentos para él y sus familiares, siendo nosotros los primeros en mudarnos.
Con 10 años en ese entonces, yo aún no había experimentado nada raro aún, pero es aquí donde tuve mi primer encuentro con lo sobrenatural. Desde el primer día en esa casa se sentía que algo no estaba bien. Al momento de entrar había una pesadez muy fuerte que te bajaba los ánimos al momento, no importaba si era de día y el sol estuviera radiante, al otro lado, apenas y entraba algo de luz por las ventanas. Mi cuarto se encontraba en el piso de arriba, constaba de una litera junto a la ventana y a la derecha un pequeño clóset sin puertas y en el rincón, donde se juntan las dos paredes colocaba una caja con mis juguetes.
Durante el día, me iba al rincón de mi cuarto y tomaba mis juguetes, mientras daba la espalda a la ventana veía el reflejo de sombras que se paseaban detrás de mí, al voltear no había nada. Por las noches podía sentir que algo se sentaban en mi cama, al abrir los ojos para revisar no había nada. Cuando le contaba a mi mamá, me decía que era mi sugestión por ver películas y me regañaba. Ella por su parte, junto con mi padrastro pasaba por situaciones similares, sólo que no me lo contaban para no asustarme.
Las noches siguientes comenzaron a escucharse canicas, pasos y como si hubiera alguien corriendo; mi mamá empezó a padecer de los nervios por no dormir bien. Culpó a los vecinos por el ruido pero cuando les reclamaba ellos juraban que no había quien hiciera ese ruido. Yo aún tengo en la cabeza se ruido que era constante, a veces incluso se escuchaba en el día.
Recuerdo que una navidad, ya cuando el hermano de mi padrastro se mudó con su mujer y sus perros dejó un pastor alemán en la azotea, esa noche yo acompañaba a una prima a fumar a la azotea, claramente vimos como el perro entró a la oscuridad de una esquina y no lo vimos salir, pensamos que ahí seguía. A la mañana siguiente la sorpresa fue grande cuando fueron a preguntar por el perro, en verdad había desparecido, y no bromeo cuando digo que nunca se supo que fue del animal.
Un año después ya había nacido mi hermanito. Por las tardes me quedaba viendo la televisión en la sala y mi hermano se quedaba en su carriola, mi hermana, por su parte aprovechaba ese tiempo para ir a mi cuarto y sacar los juguetes de la caja, ella apenas podía caminar y hablar. En una ocasión, mientras la tarde pasaba de manera habitual, tuve un extraño presentimiento, en mi mente se formó la oración “ya comenzó” y en ese preciso instante escuché un grito horrible desde arriba, el grito de mi hermana, era desgarrador, como nunca antes se había escuchado, subí hasta la azotea donde se encontraba mi mamá con la nana de mi hermano lavando ropa, pero vi que estaban solas, mi madre me preguntó por qué los gritos. Yo al momento corrí a mi cuarto, ahí la encontré, arriba en la litera, con un píe fuera del barandal colgando, sin un zapato y llorando asustada. La quise bajar y ella señalaba hacia los juguetes y repetía “el mono, el mono”, ella llamaba así a los monstruos si llegaba a ver alguno en la televisión. Mi mamá nos alcanzó y ambos nos sorprendimos que mi hermana hubiera logrado subir a la litera sola.
Le preguntamos con más calma que había pasado, ella como pudo, y tomando en cuenta lo limitado que es el vocabulario de un niño a esa edad, nos dijo que “el mono” había salido del rincón de los juguetes, que se la quería llevar y que le quitó el zapato.
Mi mamá fue por agua bendita y la roció por la casa, luego colocó vasos bajo las camas y se puso a rezar. Al día siguiente el agua se había evaporado, una semana después nos fuimos de ahí. Yo me quedé con mi papá un tiempo y los demás en casa del abuelo de mi padrastro.
Años más tarde me contó un familiar que cuando estaban construyendo los cimientos de la casa, en la parte donde están las escaleras encontraron dos cuerpos, pero que el encargado decidió dejarlos ahí, para evitar problemas legales, según él. Desconozco si esto último es un hecho, sin embargo las personas que ahí viven comentan que de vez en cuando pasan cosas raras. La última vez que fui, hace un par de años ya no sentí la misma vibra, pero la luz sigue sin entrar por las ventanas de esa casa.
General Rage
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