Hay personas que tienen la desgracia, o bendición, de caminar entre la oscuridad y la luz.
Segunda parte de los relatos de Redirek
algo llamó mi atención, de una rama del árbol colgaba un bulto negro que parecía ser un hombre, se encontraba inerte
Cuando pasé al quinto año de primaria dejé atrás las extrañas visiones de un mundo pasado en el salón de clases. Aún sin comprender que era lo que me pasaba continué en la escuela sin quejarme, sin decirle a nadie lo que me ocurría.
El quinto año transcurrió con relativa calma, pero ciertos detalles me llamaban mucho la atención, mientras tomaba clases, veía, por el rabillo del ojo la sombra de un hombre adulto que pasaba por el salón y se detenía a mitad de la ventana, pero al voltear, no había nada, ni nadie.
El salón está en una esquina del primer patio, y al lado hay una barda que divide la escuela de otra construcción; entre estas dos había un micro corredor, al cual nos agradaba entrar a jugar e imaginar que era mil cosas. Pero un día dejé de jugar ahí después de ver al final del pasillo la sombra de aquel hombre que siempre se paraba a espiar el salón; para ser sincero, me morí de miedo en ese instante, pero no dije ni hice nada por temor al qué dirán de mis compañeros. Desde ese día comencé a prestar mas atención a “las cosas” que veía.
La escuela tiene tres patios (por decirlo de alguna manera), el frontal, que está al frente de los salones de la estructura original de la hacienda, el patio central, que es donde convergen todos los salones, y el patio posterior, que era el área verde mas grande de la escuela, actualmente hay salones y un domo. En aquel tiempo el patio central y el posterior estaban divididos por una malla y una reja, por la que teníamos que pasar para ir a jugar. A unos tres metros de la reja había un árbol que, por alguna razón, me causaba una sensación extraña.
Un día nos llevaron a tomar clases de educación física al patio, así es como todos hemos llamado a esa parte de la escuela desde siempre, y mientras nos ponían a jugar fútbol, algo llamó mi atención, de una rama del árbol colgaba un bulto negro que parecía ser un hombre, se encontraba inerte. De momento me quedé ido viendo hacia el árbol en medio del área del juego, motivo por el cual me gané un balonazo en el lado derecho de la cara. Aquello me dio mucho miedo, pero no dije nada porque nadie parecía haber visto eso y temía ser tachado de loco.
Un terreno en aquel entonces abandonado estaba dividido por un muro y colindaba con el patio posterior, en la parte central de dicho muro había una pequeña reja negra que estaba cerrada completamente. En ese patio había un árbol muy grande y viejo en el centro el cual siempre me llamó la atención, pues mientras estaba en los recesos y salía a jugar, alcanzaba a ver cosas que se movían en el árbol.
En una ocasión, mientras jugaba con mis compañeros, unos niños de otro grupo se fueron a asomar a la reja, y cuchicheaban entre ellos con una mezcla de miedo y emoción, así que dejé de jugar para ver que pasaba, y mi sorpresa fue grande, en primera por ver que en el árbol había una niña pequeña de vestido blanco muy sucio, la cual cuando se dio cuenta que la veía asomarme detrás de los niños se desvaneció, y en segunda, al darme cuenta que no era el único que podía ver cosas de este tipo.
El terreno baldío que comenté pasaba por detrás de la iglesia del pueblo, y desde ahí se podía entrar debido a que no había barda que lo dividiera. Una noche en que fui a misa con mi familia, antes de que empezara, me llamaron algunos amigos de la escuela para platicar a un costado de la iglesia, donde había unas bancas donde podíamos platicar, principalmente cosas de la escuela, caricaturas y demás. Mientras conversábamos, uno de mis amigos señaló hacia el árbol del terreno baldío y comentaba que se veían unos niños jugando en el árbol, enseguida mis alarmas comenzaron a sonar alertando peligro, digamos que es como un sexto sentido paranormal, que me decía que debía alejarme de ahí y evitar que los demás se acercaran a dicho árbol. En algún momento uno de mis amigos, antes de que yo lo hiciera, dijo que nos metiéramos a la iglesia, que eso de ahí no eran niños sino chaneques, y que no era la primera vez que los veíamos, haciendo clara referencia a las muchas veces que me tocó ver movimientos en el árbol, o la niña que se desvaneció del mismo.
Redirek
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