Historia relatada por el seguidor E. Ortega. La noche oculta misterios que a la luz de la Luna pueden hacerse visibles.
El ruido de pezuñas se empezó a escuchar más cerca de la casa, Mufasa se me quedó viendo y paró las orejas, yo seguía escuchando que el equino bajaba por el callejón, más o menos a la altura de la puerta de mis vecinas
Cuando tenía 18 años, viví solo durante un tiempo en la casa que antes pertenecía a mi abuelo paterno, se encuentra en un callejón que está en pendiente, y que, aún hoy, sigue empedrado. Durante aproximadamente 3 años que estuve sin compañía no había visto algo que me pareciera extraño o que me llevara a pensar que ahí espantaran, o algo parecido.
Tenía unas vecinas con las que siempre salía a dar la vuelta a comunidades aledañas, normalmente para visitar a sus amigos. En una ocasión, aún era de día cuando salimos a un baile, o eso pensaba, pues al llegar, terminamos en el festejo de una boda, y pues, pasamos más tiempo del que esperaba, comimos y bailamos por muchas horas, hasta ya muy entrada la noche. Nos tuvimos que regresar porque a mis vecinas no las dejaban estar fuera hasta tan tarde, debieron ser como entre las 2 y media y 3 de la mañana. Recuerdo que había una luna hermosa.
Llegamos a la casa de mis vecinas, pasamos y les pedí que prendieran la luz de la cocina para alumbrar mi camino a casa, ya que en ese entonces no contaba con luz exterior en la vivienda, esto me ayudaba a bajar hacía la casa sin ponerme un “fregadazo”, pues la gran cantidad de árboles oscurecía el camino. Mientras bajaba noté que la luna reflejaba una luz muy intensa en el callejón, esto hacía que las piedras brillaran también.
Entré a mi casa, tenía un pastor alemán llamado Mufasa, éste salió y se sentó frente a mí para jugar y me quedé con él un momento, como de costumbre. Lo extraño comenzó a pasar en cuanto cerré la pequeña reja de madera de la entrada.
Comencé a escuchar, donde iniciaba la pendiente del callejón, el sonido de un galopar, iba bajando un caballo o un burro; no le di importancia a aquello, ya que por ser comunidad era común ver a los animales sueltos.
El ruido de pezuñas se empezó a escuchar más cerca de la casa, Mufasa se me quedó viendo y paró las orejas, yo seguía escuchando que el equino bajaba por el callejón, más o menos a la altura de la puerta de mis vecinas. El perro se quedó quieto, de pie y paró aún más las orejas, el ruido del animal galopando ya estaba detrás mío. Mufasa sólo se erizó y se echó a correr sin ladrar o hacer un solo ruido. Yo me quede sacado de onda por la reacción del perro, pero mi sorpresa fue mayor cuando voltee a ver qué estaba pasando en la calle.
Había un burro enorme afuera de mi casa, erguido, parado sobre sus cuartos traseros; me sobresalté, pues no podía creer lo que estaba viendo. He visto otra clase de cosas desde niño, bultos tras las cortinas o sombras que pasan por detrás mío sin haber nadie, pero nada como haber visto esta cosa parada frente a mí. Ya que la luna alumbraba a la perfección el camino, podía ver con claridad a aquel ser, estaba caminando afuera de mi casa y las patas aún le sobresalían por encima de la cerca. Los ojos le brillaban de lo negro y es algo que hasta la fecha me produce escalofríos siquiera recordar, tenía las patas delanteras erguidas y movía la cabeza de un lado para el otro sin dejar de verme.
Al inicio no daba crédito a lo que veía, pero luego de unos instantes, pude verlo con más claridad, y quedé horrorizado.
Cerré los ojos y di media vuelta, pero comencé a sentir su respiración en mi nuca, un resoplido horrible que me caló hasta los huesos. Sentí que todo mi vello corporal de erizo por completo y era incapaz de moverme. Era como si esa cosa me tuviera agarrado, por el miedo estaba completamente paralizado. Intentaba caerme, rodar o algo para poder quitarme esa sensación y meterme a la casa. Esto ocurrió en un lapso no mayor a 5 minutos, aunque para mí fue una eternidad. Miraba para todos lados y sólo podía sentir su aliento en mi nuca como si fuera a decirme algo o a pronunciar una palabra.
Me quise concentrar en las oraciones que me sabía pero todas se me olvidaron, comenzaba “padre nuestro.... ¿qué sigue?”, “Dios te salve...¿qué sigue?”. Era una verdadera pesadilla. Sin más que esperar lo peor, sólo apreté los ojos y pensé “haz de mi lo que sea tu voluntad” y en ese momento lancé un grito horrible y salí corriendo como si me hubieran empujado, entre a la casa, directo a mi cuarto.
Prendí la luz, la televisión y el radio, agarré la Biblia y comencé a leerla donde se abrió y no dormí aquella noche, al día siguiente fui por mis amigos para que se quedaran a dormir conmigo, tenía miedo de que volviera a salirme esa cosa. Mis amigos así lo hicieron, se quedaron a mi lado, cuando les platiqué todo esto se quedaron impresionados. Mis vecinas me dijeron que jamás escucharon mi grito y que no se percataron de lo ocurrido a pesar seguir despiertas y encontrarse a unos metros, no notaron que yo estaba siendo asediado por algo como aquello.
De todas las experiencias que he vivido, ésta, el día que me espantó el “nahual”, es la más escalofriante.
General Rage
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