Un ente asusta a una familia que recién se muda a una nueva casa la historia culmina una aterradora noche.
A pesar de la parálisis su respiración empezó a agitarse de manera frenética ¿qué es lo que iba a ocurrir? ¿por qué a él? ¿cómo saldría de aquella situación?
Nicolás recién cumplía 13 años cuando se mudó con su familia a Xalapa, Veracruz; el cambio fue difícil, tuvo que dejar atrás a su papá y a los amigos que tanto trabajo le había costado hacer en la escuela. A pesar de eso la gente de aquella ciudad les dio la bienvenida, incluso logró hacer amigos pronto.
La casa a la que habían llegado no se parecía a las anteriores, era demasiado grande, cada quién tenía su propia habitación, Nico escogió la recamara que se juntaba con una terraza de buen tamaño y que contaba con un ventanal enorme, su hermana Ana de 5 años se quedaría en el lado opuesto de la casa y su hermanito de 3 en la recamara junto a ella.
Comenzó la primera noche en la casa. Una horrible pesadilla despertó a Nico en la madrugada, al ver su reloj notó que era media noche, pensó en volver a dormir pero escuchó ruidos en su cuarto. Anteriormente ya había experimentado cosas extrañas en una casa de la Ciudad de México, por lo cual, un sentido de alerta no lo dejó dormir tranquilo, pues el ventanal alumbraba gran parte de la habitación pero no veía que provocaba los ruidos, como si algo estuviera esculcando entre sus cosas.
A la mañana siguiente contó la historia a su madre, ella sabía bien lo que significaba ese miedo, pues desde hace ya mucho tiempo había sufrido el asedio de entidades fuera de su comprensión; tomó la decisión de acomodar a su hermanito en la misma habitación. Así fue como pasó el miedo. Los ruidos parecían haberse calmado. La nana de los pequeños regresó a la Ciudad de México a unas semanas de haber llegado.
Al poco tiempo el hedor a muerto se presentó en el patío trasero, y por la noche empezaron a escucharse pasos que venían de la recámara de Ana y recorrían todo el pasillo, se detenían en la entrada del cuarto de los padres y a veces ahí se quedaban, algunas otras iban hacía la recámara que compartían Nico e Iván, pero se quedaban en la entrada. En varias ocasiones, la mamá de los chicos entraba y preguntaba si habían salido, pero nada.
Ana se hizo amiga de un niño que veía en el árbol que se encontraba exactamente fuera de su habitación y cuya copa llegaba hasta la ventana.
Tuvieron la visita de una prima, Gabriela, apenas un año mayor que Nico, ellos se llevaban bien y por lo general pasaban todo el día juntos, menos por las noches que se quedaba con Ana a dormir en su recámara, ellas se desvelaban jugando. En ese tiempo los pasos ya se escuchaban a cualquier hora.
Se le preguntó a la casera que les rentaba la casa si sabía de los inquilinos anteriores si ahí espantaban. Ella confesó que eran los primeros inquilinos y que poco antes terminar la construcción su marido había fallecido en un accidente de auto. La señora dijo que haría una misa y que si era él, rezaría por su descanso.
En la recámara de Ana una noche mientras todos veían la televisión ocurrió un suceso que asustó a todos, por lo cual Ana y Gabriela se fueron a una habitación distinta, una más cerca de Nico e Iván.
Un tiempo después, luego que el hedor se había ido de la casa el estéreo se empezaba a encender solo, y cada vez que eso pasaba se reproducía el CD en una canción que a la mamá de Nico le gustaba, ella empezó a sentir simpatía por aquello y pensó que el fantasma del dueño trataba de ser amistoso, ese fue un error muy grande.
A media noche los pasos ahora eran un estruendo, como si alguien corriera de un lado al otro del pasillo. Asustados todos los despiertos salieron a investigar y el silencio se apoderó del lugar. Se tomó la decisión de dejar la puerta de los padres abierta con la luz del pasillo prendida, así se vería si era uno de los chicos el que hacía ese escándalo.
Los pasos dejaron de escucharse a partir de ahí hasta una noche fatídica. Aquella ocasión, como siempre, Nico se disponía a dormir pero un mal presentimiento se adueñó de él, por lo que encendió una luz tenue de noche y llevó a su hermanito a su cama para dormir juntos. Puso la cabeza en la almohada y cerró los ojos.
Aun no dormía cuando comenzó a escuchar un zumbido, como si algo le tapara los oídos, luego su cuerpo sufrió una parálisis, aún podía escuchar, los pasos nocturnos se acercaban desde el pasillo hasta la recámara, y entraron, escucho como se abría la puerta y se volvía a cerrar, luego sintió como el frío lo cubría de pies hasta la cabeza. A pesar de la parálisis su respiración empezó a agitarse de manera frenética ¿qué es lo que iba a ocurrir? ¿por qué a él? ¿cómo saldría de aquella situación?
Los ruidos de cosas moviéndose en su cuarto lo aterraban, y una presión en su pecho le quitó la respiración. Entonces y como si de un milagro se tratara, el pequeño Iván comenzó a despertar. Aquello pareció disuadir al ente de lo que estaba haciendo. Nico pudo abrir los ojos y pegar un brinco del susto, se dio cuenta que su hermanito aun dormía. Sin pensarlo salió corriendo al cuarto de su madre y la despertó para decirle “se me subió el muerto”. Ella simplemente le extendió los brazos y lo llevó con ella a las cobijas y lo abrazó. Nico se preocupó por haber dejado a su hermanito solo en la recámara, pero era tanto su miedo que no quería regresar. Entonces los pasos volvieron a escucharse, y el ruido en el cuarto, esta vez su madre estaba despierta y estaba al tanto de todo lo que ocurría.
Ella se levantó y fue por Iván, esa noche todos a excepción de Ana, se quedaron en el mismo cuarto, la madre de Nico no durmió esa noche.
No pasó mucho tiempo para que la familia se mudara a otra casa, ahora una ubicada en una famosa colonia conocida como Las Ánimas.
Este relato me pasó cuando cursaba la secundaría, mi madre y yo somos quienes lo recordamos mejor, algunas veces me pregunto si aquella entidad logró encontrar el descanso o sigue asustando a quienes llegan a habitar aquella casa.
General Rage
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