Experiencia real contada por el seguidor Pablo, conocido en Twitter como @Joss_Pock.
Entré en desesperación al no querer que “eso” se me acercara me hacía querer mover todo mi cuerpo, pero solo podía mover la cabeza, y gritaba, lo juro que lo hacía, pero de mi boca no salía sonido alguno
En varias ocasiones en mi cuarto he sentido lo que llaman “la subida del muerto”. La forma de mi recámara es la de un cuadrado “casi” perfecto, salvo por un pequeño pasillo que conduce a la puerta, se puede ver absolutamente todo. Actualmente mi cama se encuentra de frente a este pasillo, con la cabecera hacia la puerta. Curiosamente cuando me suceden los “eventos” es porque la cama está situada en diagonal a la puerta, es decir en esquinas opuestas, teniendo la vista en diagonal a la entrada.
Todo comenzó desde que era pequeño; al ser hijo único siempre dormí solo. Siempre que dormía en diagonal sobre la cama, es que me ocurría la parálisis. Mientras dormía tenía la sensación de estar sudando frio, por ello “despertaba” pero no podía moverme, aquello me causaba una desesperación enorme, comenzaba a gritar, al principio se presentaba ante mí una sombra negra, de pie y asomándose en la entrada del pasillo, y que se alcanzaba a distinguir por la luz de la calle que entraba por la ventana. Esto pasó varias veces, y conforme yo iba creciendo le fui tomando más importancia a los detalles siempre que se presentaba la parálisis.
Siempre empezaba con la sudoración, luego despertar de forma abrupta y sin poder moverme, posteriormente la pesadez, como si alguien me sostuviera de todas mis extremidades, sólo pudiendo mover los ojos, en algunas ocasiones me es posible abrir la boca, pero sin emitir sonido alguno; y la silueta, siempre presente, con el tiempo ha ido tomando la forma de una persona, está ahí, parada inmóvil, en algunas ocasiones parece que sólo se asoma desde el pasillo, en otras está más cerca, con su cuerpo completamente dentro del cuarto.
Las experiencias duraban poco, o al menos así lo sentía. Todo terminaba con un segundo despertar acompañado de un brinco, como cuando sueñas que te caes. Al terminar me levantaba de la cama con la respiración agitada y una sensación de vacío en el cuerpo.
Todo cambió una noche en que la parálisis transcurría de modo “normal”, por así decirlo, pero en esta ocasión la silueta se veía completamente definida, recargada en la pared del pasillo; nunca se le notaban facciones en el rostro, todo era completamente negro, como una mancha, pero ahora se notaban unas manos con dedos alargados terminados en puntas, como si fueran uñas alargadas. Esa vez se “sentía” como si me viera fijamente, y yo le buscara la mirada; y vaya que la encontré, tras unos instantes de mirar fijamente la zona donde debían estar los ojos de la silueta, esta los abrió.
Sus ojos eran como ver el reflejo de la luz sobre un cristal, como un brillo blanquecino en medio de la oscuridad de la habitación. Justo en ese instante, sentí una opresión en el pecho, como cuando te falta el aire. La desesperación que sentía por querer moverme, respirar o emitir algún ruido por la boca era enorme. Ahora, el tiempo parecía transcurrir lentamente, y lo que antes pasaba rápido, ahora se sentía eterno, con “eso” solo viéndome. Cerré los ojos, rezando pude despertar, y dejarlo de verlo.
Cambié la cama de lugar para evitar que volviera a ocurrir, y así pasó, pero al tiempo decidí regresarla a la esquina, creyendo que ya no se repetiría, pero continuó pasando. Lo que antes ocurría solo de noche, empezó a suceder también durante el día.
En una ocasión decidí tomar una siesta, alrededor de las cuatro de la tarde. Esa vez recuerdo que sentí un brinco en la cama, como cuando una mascota se sube en ella. Abrí los ojos y sentí como algo muy pesado se posaba sobre todo mi cuerpo, menos en la cabeza y el brazo derecho. Era como si todo el peso me oprimiera contra la cama y, al mismo tiempo, alguien o algo me jalara el brazo libre hacia arriba. Al yo poder mover la cabeza, giré el rostro para ver en dirección a donde la silueta siempre se paraba. Esa situación duró poco y enseguida pude liberarme.
Días después se repitió el fenómeno, solo que esta vez no estaba solo, mi padre se encontraba en la sala y yo decidí dormir un poco, ya que me sentía “seguro” al saber que alguien andaba por la casa. El orden de eventos fue el mismo de siempre, sudoración, opresión en el cuerpo, todo. Lo que cambió fue que al momento de sentir como jalaban mi mano, veía como la silueta caminaba hacia mí. Era la primera vez que se movía en mi dirección. Entré en desesperación al no querer que “eso” se me acercara me hacía querer mover todo mi cuerpo, pero solo podía mover la cabeza, y gritaba, lo juro que lo hacía, pero de mi boca no salía sonido alguno. Al yo querer gritar a mi padre, era como si no supiera como hacerlo, tartamudeaba las sílabas, pero sin emitir sonido alguno.
La silueta cada vez estaba mas cerca, la distancia que nos dividía debía ser menor a cinco metros. Me miraba con esos “ojos” que parecían reflectores gigantes. Cuando estaba a un metro de mí, a punto de tocarme, de mi boca salió un enorme grito de “¡Papá!”. Abriendo y cerrando los ojos, todo desapareció en un instante, pel peso de mi cuerpo desapareció y pude respirar con normalidad. Salí corriendo de la habitación para buscar a mi padre, él dice que escuchó que le hablé, pero no a gritos, sino como si murmurara.
Todo esto me pasa desde que tengo ocho años, hasta, mas o menos, entre los 15 y 16. Ya han pasado ocho años desde la ultima vez que se me ha “subido el muerto”, jamás he vuelto a poner la cama en esa posición, pues no quiero que la próxima vez que “eso” se me acerque más, o intente tocarme.
General Rage
Comentarios